Bitácoras Mundialeras: la concentración y la cacatúa
Aldo Schiappacasse nos destaca momentos anecdóticos, curiosos y rarezas en el marco de una nueva y apasionante jornada del Mundial de Qatar 2022. ¡Lee más aquí!
La concentración. Así se llama cuando los jugadores de fútbol y su cuerpo técnico se reúnen bajo el mismo techo para esperar un partido. Más aún en un torneo, cuando son varias semanas. Se llama concentración por algo que no es muy difícil de adivinar.
Cuando el entrenador del equipo se dedica al streaming, hace programas, se transforma en twichero y se erige en personaje, sus jugadores, perfectamente, podrían alegarle por la concentración. ¿Usted se imagina a Marcelo Bielsa permitiendo que Gary Medel o el Huaso Isla le hagan programas desde la concentración? Pues Lasarte lo permitió, y así nos fue. Porque la concentración es sagrada.
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Luis Enrique podrá, de aquí en más, dedicarse a la faceta comunicacional con sus mejores argumentos. Es deslenguado, conceptual, categórico, carismático. Capaz que con el tiempo llegue a animar El Hormiguero. Pero dejó que su equipo -que se convirtió en favorito después de la jornada inicial- no ganara ni un partido más mientras su jefe se hacía el lindorfo ante las cámaras.
Concentración es lo que no tuvo Cristiano Ronaldo. Mientras estaba bajo régimen laboral, negoció el contrato más grande que se haya firmado alguna vez en la historia del fútbol con un equipo -da lo mismo- saudí. Se peleó con sus compañeros y desafió al técnico Fernando Santos en el último partido de la fase de grupos, que no tenía ninguna importancia. Resultado: lo dejaron en la banca, ingresó Gonzalo Ramos en su lugar, se despachó con un hat trick y su equipo goleó sin piedad.
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Y cuando ingresó también lo hizo Rafael Leao, la nueva joya lusa, que se despachó con un golazo. Todo eso por desconcentrarse. A Cristiano y a los árabes no les costaba nada guardarse la noticia hasta después de la Copa del Mundo. Los 200 millones de dólares estarán igual.
Por eso tengo mis dudas con el baile de la cacatúa que hizo Tite. Cuando Carletto Ancelotti bailó, lo hizo después que el Real Madrid había ganado la Champions y sus pupilos brasileños improvisaban una samba. Distinto es en la mitad de un partido, con el rival al frente. Eso es salirse del molde. Su colega Van Gaal lo hizo en el vestuario, con el pleito ante Estados Unidos ya finalizado.
Lo de Marruecos y Hakimi, el hombre que nació en Madrid y le arruinó el mundial a los españoles lo dejamos para la próxima. Porque pocas veces un pueblo, tan enfrentado por razones sociales, políticas e históricas contra los españoles, celebró de tal manera. Eso es una Copa del Mundo.
