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Messi y Argentina avanzaron a octavos de final en Qatar.
Qatar 2022

Bitácoras Mundialeras: el síndrome del sapo

Aldo Schiappacasse nos destaca momentos anecdóticos, curiosos y rarezas en el marco de una nueva y apasionante jornada del Mundial de Qatar 2022. ¡Lee más aquí!

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Por Max Díaz

Como era absolutamente previsible, Argentina superó con comodidad a Polonia y clasificó primera en un grupo muy discreto y amenaza con llegar a las fases finales, aunque Messi siga perdiendo penales. Esta Polonia está tan lejos de sus mejores tiempos que la soledad de Lewandowski llegó a dar pena.

Ayer, en la definición de los grupos, aprendimos dos cosas. La primera, que a igualdad numérica definen las tarjetas amarillas, aunque México murió en la agonía, pudiendo haber goleado. La segunda, que para cobrar posición de adelante cuando te habilita un adversario el nuevo reglamento distingue entre el balón “controlado” y el “forzado”. O sea, la vieja intencionalidad, pero ahora en verso conceptual. Una tontera más de los modernos leguleyos.

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La interna de los grupos humanos siempre es importante. Uruguay tiene un motín contra el técnico. Onana, el arquero de Camerún, hizo maletas prematuramente porque no le quiso hacer caso al técnico para salir con pelotas largas. Y los belgas resucitaron el peor temor de los vestuarios: el sapo. Es decir, el tipo que filtra las discusiones del grupo, lo que es considerado el peor de los pecados, aunque la intimidad se caiga a pedazos y la lealtad sea un espejismo vago. Si lo pillan, cava el sapo su sepultura, como bien se sabe en la selección chilena.

Por eso mismo, la insólita situación de la selección serbia quedará en los anales de la Copa del Mundo. Una de sus grandes estrellas, Dusan Vlahovic, de la Juventus, tuvo que dar una conferencia de prensa para aclarar que no tenía un romance con la señora del portero Rajkovic, y que no era esa la razón de que hubiera perdido la titularidad. Como si no bastara con el escándalo, Nemanja Gudelj habría tenido un incidente a golpes con su compañero Luka Jovic en una práctica, por las mismas razones: infidelidad sexual.

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El clima al interior de la delegación de los serbios no augura nada bueno para el duelo contra los suizos, pero habla muy claramente del ocio y el hastío de una concentración en medio del desierto, sin viajes ni posibilidad de entretención.

Lo concreto es que si se filtra, alguien es el culpable. Y por eso, más que la marca al delantero rival, lo que preocupa a los técnicos es encontrar al delator. Porca miseria.

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